A veces sentimos que todo nos pesa. Nos cuesta levantarnos, concentrarnos o simplemente respirar con calma. Puede que te preguntes si lo que sientes es ansiedad o depresión, o incluso si ambas son lo mismo. No estás solo/a en esta confusión, y quiero acompañarte a entenderla sin juicio, con respeto y mucha humanidad.

Como psicólogo, he acompañado a muchas personas que llegan a consulta sintiéndose perdidas en medio de su malestar. “No sé si tengo ansiedad, depresión… o las dos cosas”, me dicen con ojos cansados. Por eso, en este artículo quiero ayudarte a comprender mejor estas emociones, sus diferencias y cómo puedes empezar a cuidarte.


¿Ansiedad y depresión son lo mismo? Un punto de partida necesario

Aunque pueden parecer similares, ansiedad y depresión no son lo mismo. Sí, pueden coexistir, incluso confundirse, pero son experiencias distintas que impactan de formas diferentes en nuestra vida emocional.

La ansiedad suele manifestarse como una inquietud constante, pensamientos que no se detienen, miedo anticipado y una sensación de alerta continua. Por otro lado, la depresión está más vinculada a la falta de energía, la tristeza profunda, la pérdida de interés en lo que antes disfrutábamos, y en ocasiones, una desconexión de uno/a mismo/a.

Muchas personas sienten ambas al mismo tiempo. Esto no significa que estés “más roto/a”, sino que tus emociones están tratando de decirte algo que necesitas escuchar con amabilidad.


¿Cómo se siente cada una? Reconociendo las señales

La ansiedad: cuando la mente no para

La ansiedad puede sentirse como un nudo en el pecho, un constante “y si…” en la cabeza. Tal vez te ha pasado que, incluso en momentos de calma, sientes que algo malo va a ocurrir. Tu cuerpo se tensa, el corazón late más rápido y te cuesta dormir o concentrarte.

Algunas señales frecuentes son:

La depresión: cuando todo pierde color

En cambio, la depresión suele sentirse como una especie de vacío. Te cuesta encontrar motivación, incluso para cosas simples como bañarte o salir de casa. Puede que te sientas desconectado/a de tus emociones, o al contrario, abrumado/a por una tristeza que no puedes explicar.

Algunas señales comunes son:


Ansiedad y depresión pueden coexistir: y eso no te hace débil

Es muy común que una persona experimente ansiedad y depresión al mismo tiempo. De hecho, muchos de mis pacientes me describen esta mezcla como sentirse “agotados por dentro y por fuera”.

Por ejemplo, puedes tener pensamientos ansiosos que no te dejan descansar, y al mismo tiempo sentirte emocionalmente desconectado/a, sin ganas de hacer nada. Esto puede hacerte dudar aún más de lo que te ocurre.

Pero entender esta coexistencia es importante: no significa que estés exagerando, ni que no haya solución. Solo indica que tu cuerpo y tu mente están buscando una manera de sobrevivir a lo que te duele.


¿Por qué nos cuesta tanto identificar lo que sentimos?

La sociedad muchas veces nos pide “estar bien” rápidamente. Nos empuja a ser productivos, positivos, fuertes. Pero nuestras emociones no funcionan así. A veces se enredan, se silencian o gritan de formas confusas.

Además, frases como “eso es solo ansiedad” o “estás deprimido/a porque no haces nada” invalidan lo que sentimos. Y en lugar de buscar ayuda, muchas personas intentan seguir adelante en soledad.

Sé que pedir ayuda puede dar miedo. Pero también puede ser el primer paso para comenzar a entenderte con compasión.


¿Qué puedes hacer si te identificas con estas emociones?

1. Nómbralas sin miedo

Decir “estoy ansioso/a” o “me siento deprimido/a” no es rendirse, es validar tu experiencia. Cuando ponemos nombre a lo que sentimos, dejamos de pelearnos tanto con eso que nos duele.

2. No compares tu proceso

Cada persona vive estas emociones de forma distinta. Lo que a otra persona le funciona, tal vez no sea lo que tú necesitas. Tu proceso es único y merece respeto.

3. Busca espacios seguros

Habla con alguien de confianza. Puede ser un amigo, un familiar o un/a terapeuta. A veces, simplemente ser escuchado/a sin juicios puede aliviar más de lo que imaginas.

4. Crea rutinas suaves

No necesitas cambiar todo de golpe. Pequeños hábitos como caminar diez minutos, tomar agua o escribir lo que sientes, pueden ayudarte a reconectar contigo.

5. Considera acompañamiento profesional

La terapia no es solo para “casos graves”. Es un espacio donde puedes encontrarte con tus emociones, comprenderlas y sanar a tu ritmo, sin presiones.


Reflexión final: no estás solo/a en esto

Entender si lo que sientes es ansiedad, depresión, o ambas, puede ser confuso y doloroso. Pero no necesitas resolverlo todo de una vez. Lo importante es que estás aquí, leyendo, buscando comprenderte. Y eso ya es un acto de amor propio.

¿Te sentiste identificado/a con lo que compartí? ¿Te reconoces en alguno de estos estados emocionales?

Si te sentiste identificado/a, estoy aquí para ayudarte. Puedes escribirme o agendar una consulta sin compromiso.A veces, dar ese primer paso hace toda la diferencia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *